Sunday, December 23, 2007

 

LUCA PRODAN: ...QUE 20 AÑOS NOS ES NADA



El 22 de diciembre de 1987, hace exactamente veinte años, moría Luca Prodan y junto con él se acababa una de las bandas más originales y creativas de toda la historia del rock nacional: Sumo. La impronta que Prodan dejó, la vigencia de su mensaje y de su figura emblemática de rocker auténtico ha ido mucho más allá de aquellas legendarias pintadas de fines de los ’80 que proclamaban, en un inglés algo chapuceado, "Luca not dead". Prodan era una tromba, un tsunami, un torbellino vital que arrastraba consigo a todos los que lo rodeaban. Los restantes músicos de Sumo eran tipos de un extremo talento, tal como quedó demostrado después con las respectivas carreras de Divididos y de Las Pelotas –dos grupos con plena vigencia y un sólido desarrollo artístico– e incluso con la carrera de Roberto Pettinato, quien relegó la música a un segundo plano pero se convirtió en el conductor radial y televisivo más importante de la última década. Todos integraban Sumo, pero Sumo era Prodan. Y la prueba de ello es que sin él no siguieron. A menudo se ha ponderado la figura de Luca en el escenario al frente de la banda, su magnetismo y su audacia como cantante, su autenticidad y su verdadero desprecio por las mieles de la fama y la escalera al cielo del star system a la que intentan trepar –con los dientes, si es necesario– la mayoría de los rockeros argentinos. Se ha valorado incluso lo que de raro y provocativo tenía cantar en inglés en aquellos tiempos post Malvinas. Sin embargo, no se ha dicho todavía lo suficiente sobre la poética de Prodan, autor de la totalidad de las letras del grupo, labor que en contadas ocasiones compartió con Pettinato.

Hay una mirada sobre Prodan que lo estigmatiza como un marginal. Dudo mucho de que, al menos artísticamente, lo haya sido. Veinte años después de su muerte, Luca Prodan y Sumo ocupan un lugar cada vez más central dentro del sistema conformado por bandas y solistas del rock nacional y me pregunto si no empieza a tener sentido aquel mantra con el que Prodan concluía El cieguito volador: "Yo estoy al derecho, / dado vuelta estás vos".





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